Siete claves para ser eficaces en el empleo
Lo que por mucho tiempo no lograba explicarse José Raúl, era del poco tiempo que duraba en los empleos. Al comienzo se lo atribuyó al diablo: “Es un tropiezo que me pone a cada paso”, argumentaba. Y se acostumbró a recitar el mismo discurso cuando iba a las entrevistas de trabajo.
Es cierto, impresionaba al comienzo, pero una vez comenzaba a laborar, no pasaban quince días antes que llegaran los primeros memorándums exigiéndole cumplimiento en los horarios de entrada y rendimiento en sus funciones.
No, no era Satanás— con todo y lo malo que es— quien le ponía tropiezos. Era el propio José Raúl quien no tenía compromiso. Llegaba tarde, no perdía oportunidad para eludir su compromiso laboral, mantenía malas relaciones con otras personas y, generalmente, no administraba bien cada peso que ganaba.
— Creo que me equivoqué al elegirlo— le dijo en cierta ocasión un gerente, desesperado por las múltiples quejas del joven. — Lo más aconsejable es que presente la renuncia; si no quiere hacerlo, sencillamente lo desvinculamos en cuyo caso, y hacia el futuro, no podríamos darle carta de recomendación —.
En la iglesia un líder le hizo caer en cuenta que quizá era su actitud la que no le permitía conservar su empleo.
Al comienzo, él se enojó pero luego comenzó a estudiar la posibilidad de aplicar correctivos a su comportamiento, forma de pensar y actuar. Ese fue el primer paso para salir adelante, en victoria… No lo han despedido de la factoría en la que trabaja hace trece meses…
Actitud, eficacia y compromiso en el trabajo
Un estudio realizado en Gran Bretaña sobre factores para no conservar un empleo, revela que una actitud negativa, renuencia a experimentar cambios y compromiso con la empresa y el empleador, son elementos que convergen en una realidad: la pronta desvinculación de cualquier lugar de trabajo.
En criterio de los especialistas es necesario que haya disponibilidad en la persona, compromiso, adaptabilidad a los cambios, que el empleado tenga un conocimiento de sus funciones y atesore cada nuevo conocimiento para ser mejor, aprender a trabajar en equipo y comprender que no somos ruedas sueltas en una empresa sino que es necesario someternos a las órdenes e instrucciones del nivel jerárquico superior.
Entre las siete claves para ser eficaces en el trabajo, quienes estudian el tema coinciden en asegurar que son:
- Mostrar qué sabemos en el lugar de trabajo
- No confiarnos en el mucho tiempo que llevamos haciendo lo mismo
- Estar dispuestos a los cambios, dejando de lado frases como “No hay necesidad de algo nuevo”
- No temer a los retos y asumir nuevas responsabilidades
- Acumular y poner en práctica nuevos conocimientos
- Ser flexibles y tolerantes en las relaciones interpersonales
- Mantener siempre una actitud de fe
Todo parte de una decisión: reconocer errores y disponerse a cambiar
Ser los mejores en nuestro lugar de trabajo
El compromiso con Dios incluye dos elementos: compromiso con nosotros y con quienes nos rodean. Una forma de expresar ese compromiso es mediante nuestro desenvolvimiento laboral. Recuerde que somos cristianos en todo espacio donde interactuamos con los demás.
El lugar de trabajo es el lugar más apropiado para testimoniar de Cristo, más que con las palabras, con nuestros hechos. Lo que hacemos resulta más eficaz que cuanto decimos.
El apóstol Pablo escribiendo a líderes de la Iglesia en Tesalónica, fue enfático en instruir: “...Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10)
Es esencial que invirtamos nuestros conocimientos y capacidades en algo productivo. El trabajo también constituye un campo misionero, como recomienda el propio apóstol: “Que tengáis por vuestra ambición el llevar una vida tranquila, y os ocupéis en vuestros propios asuntos y trabajéis con vuestras manos, tal como os hemos mandado; a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada” (1 Tesalonicenses 4:11, 12).
Conozco personas que se lamentan de no tener muchas oportunidades de empleo; no obstante, cuando se mira en detalle su desenvolvimiento, descubrimos que le piden a Dios un trabajo y, cuando lo tienen, no lo aprecian ni lo cuidan.
Quienes acompañaron al Señor Jesús en su ministerio no eran súper-espirituales, sino personas con un compromiso normal: "…andando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, echando una red al mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:18, 19).
Somos cristianos no solamente cuando se ejerce un ministerio a tiempo completo, cuando la congregación nos cubre los costos salariales sino también allí donde cumplimos una jornada diaria: en la fábrica, en el comercio, como maestros o quizá, abogados, ingenieros, arquitectos o albañiles.
Nuestra concepción debe ser clara: Dios nos provee recursos, pero es necesario que trabajemos no esperando que todo caiga del cielo; el segundo elemento es que proclamamos a Cristo allí donde trabajamos. También allí hacemos misión, y el tercer cimiento es que debemos dar lo mejor de nosotros para conservar el empleo.
A propósito: ¿Cristo habita en su corazón? Si no es así, es hora de abrirle las puertas de nuestros corazones para que Él transforme nuestro ser. Puedo asegurarle que es la mejor decisión que haya podido tomar jamás. Experimentará crecimiento personal y espiritual.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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