El llanero solitario no trabaja en el Reino de Dios
Roberto piensa que divorciado puede hacer muchísimo más que junto a su esposa. “Me arrepiento del día que decidí casarme.", le dijo a un compañero de trabajo. Y reafirma ese convencimiento con el trato que le prodiga a su cónyuge. Es displicente y hasta le molesta que ella se le acerque amorosa.
Alejandro trabaja a pocas cuadras de allí. Es profesional y, progresivamente, ha ido escalando en la empresa. Comenzó como mensajero y hoy es el asistente administrativo de la gerencia. No se cansa de repetirse frente al espejo que es un triunfador. “Yo sabía que llegaría lejos — dice con una sonrisa orgullosa —. Pero todavía falta lo mejor."
El equipo de fútbol está en su mejor momento. Y aunque apenas está en la secundaria, Juan Carlos está convencido que además de goleador, llegará a otro nivel como deportistas. “Estoy disfrutando las consecuencias de mi consagración y disciplina.", suele repetir. Alardea de sus capacidades futbolísticas.
Roberto, Alejandro y Juan Carlos comparten un común denominador: Han ido dando pasos sólidos en diferentes etapas en sus vidas pero, ahora que han llegado a nuevos escalones, consideran que todo se debe a sus propias condiciones y desestiman que en su camino, otras personas les brindaron apoyo para subir la escalera.
¿Reflejan estos casos su propia vida?
Tal vez usted que está leyendo el artículo se identifica con ellos. Puede que sea a nivel secular o en el servicio que presta en la iglesia. Atribuye los avances a sus condiciones como líder. ¡Permítame desilusionarlo!
Si bien es cierto sus aptitudes y actitudes han sido esenciales, hay un ingrediente que está por encima de todo y es el principal dinamizador de su escalada victoriosa: Dios.
Él es quien nos abre las puertas y coloca junto a nosotros personas que nos respaldan y brindan colaboración. No llegamos a la meta solos, siempre hubo quienes nos alentaron y acompañaron en los momentos más difíciles. Es un asunto que no se nos debe olvidar jamás.
Cuando miramos alrededor a Roberto, Alejandro y Juan Carlos encontramos que no son los únicos. Millares se atribuyen los triunfos y dejan de lado a Dios y a quienes han sido fundamentales en su día a día.
¿A dónde llega el llanero solitario?
Lo más probable es que en su niñez haya visto la Serie del Llanero Solitario. Conquisto el corazón de una enorme audiencia en todo el mundo. En las diferentes entregas, veíamos a un hombre que cabalgaba solo en las montañas y desiertos haciendo justicia, y en cada escena se ven retratadas infinidad de personas.
Al igual que él, millares quieren lograr mucho pero sin nadie más alrededor. Al fin y al cabo así pueden llevarse toda la gloria final.
Sin embargo para quien desea ser eficaz en su servicio al Reino de Dios y tener mayores logros en la vida secular, emular al llanero solitario puede ser perjudicial.
El rey Salomón escribió: "Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas. Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas, pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en calor? Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente.” (Eclesiastés 4:9-12. NTV)
Por favor, lea el texto y tome nota. Hay varias características de trabajar de la mano con otras personas; de desarrollar una labor de equipo y no con una concepción individualista.
Quienes trabajan en equipo obtienen por lo menos cinco beneficios:
1.- Pueden respaldarse mutuamente
2.- Se ayudan a levantar si alguno cae
3.- Salen victoriosos si enfrentan ataques y problemas
4.- Logran fortaleza para enfrentar la adversidad
5.- En momentos de crisis pueden acudir oportunamente en ayuda mutua
Es probable que usted tenga grandes metas pero no haya dado mayores resultados como consecuencia de su esfuerzo. La razón principal puede radicar en que no ha aprendido a trabajar en equipo.
El Señor Jesús brindó ejemplo: Trabajar en equipo
Es cierto que el trabajo en equipo representa un riesgo y a la vez un reto. Un riesgo porque se debe hacer acopio de comprensión y tolerancia para desenvolvernos junto a personas que tienen diferente perspectiva.
No obstante lo anterior, si logramos hacer ajustes a nuestra dinámica de pensamiento, trabajar de la mano con otras personas será de enorme provecho.
Nuestro amado Salvador Jesucristo dio ejemplo de cómo hacer la labor:
"Reunió a sus doce discípulos, comenzó a enviarlos de dos en dos y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos... Entonces los discípulos salieron y decían a todos que se arrepintieran de sus pecados y volvieran a Dios.También expulsaban muchos demonios y sanaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite de oliva.” (Marcos 6:7-13. NTV)
Si unir esfuerzos hacia un solo objetivo: la extensión del Reino de Dios, fuera algo contraproducente, nuestro Redentor no hubiese puesto en práctica este método.
De hecho, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, encontramos en reiteradas ocasiones, que los discípulos trabajaban unidos.
Lo que dificulta el que cumplamos el propósito de Dios es una amalgama de tres actitudes destructivas: El orgullo que nos lleva a pensar que somos indispensables; la incapacidad para comunicarnos y expresar sabiamente nuestro desacuerdo y, en tercer lugar, una falta de disposición para conciliar y llegar a acuerdos.
Todos somos importantes en el Reino de Dios
El trabajo que usted y yo desarrollamos en la extensión del Reino de Dios no es más importantes que el de otra persona.
Cada uno de nosotros, operando en los dones, talentos y habilidades que el Señor nos concedió, somos valiosos para alcanzar naciones enteras.
A este aspecto puntual se refirió el apóstol Pablo cuando escribió: "Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.” (Efesios 4:11-13. NTV)
Es una Palabra contundente. Una secuencia de versículos que nos aterrizan. Describen claramente que el aporte de cada uno de nosotros es valioso para edificar y extender el Reino de Dios.
¿Qué papel juega allí el llanero solitario? Ninguno. Si queremos ser más eficaces en el servicio a Dios, en nuestra vida familiar o en el trabajo secular, debemos reconocer que el universo no gira en torno a nosotros y que las personas a nuestro lado son valiosas con sus aportes.
Una vez cambiemos nuestra concepción, transformaremos también nuestras actitudes y las relaciones interpersonales serán más fáciles.
Puedo asegurarle que tendrá menos choques con otras personas. Desde hoy, pídale a Dios sabiduría para aprender a trabajar en equipo.
Y hablando de Dios tengo una pregunta: ¿Ya recibió a Jesús como el Señor y Salvador de su vida? Es hora de hacerlo. Si abre las puertas de su corazón a Cristo, emprenderá ese maravilloso camino de cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar que siempre ha anhelado para su vida. ¡Decídase hoy por Jesucristo!
Publicado en: Estudios Bíblicos
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